El Saura del 72 nos incomoda y nos hace pensar (de nuevo…):

Creo que al igual como Haneke puede incomodarnos
(y de que manera) con “La cinta blanca”, “Caché” o cualquier otra de sus
películas hoy día, Saura hace lo propio mucho tiempo atrás, con otras herramientas narrativas y
cinematográficas, quizás menos radicales que las del austríaco, pero igual de potentes
como elementos de denuncia.
Me gustaría aclarar que no es la primera vez que me enfrento
al visionado de esta película. La primera vez que la vi fue durante una clase
de cine español impartida por el propio Luis Navarrete hace dos años. Tras este visionado vino un análisis detallado y sorprendente sobre la enorme cantidad de
símbolos y alusiones que hace la película a la España anterior a la
transición.
Como el análisis de la película entró en el examen de la asignatura, pues la verdad es que algunos de los resquicios de esos conocimientos todavía permanecen en mi cabeza, y tras ver algunos momentos de la película, asocio (sin quererlo) las teorías que me estudie con las imágenes que estoy viendo en la película, así que a decir verdad, el desligarme de aquello que escuché en la clase de cine Español, me ha resultado complicado, y no he tenido más remedio que aceptarlo como tal. Así a bote pronto y sin mirar apuntes, recuerdo por ejemplo que la casa alejada del entorno urbano representa España con respecto a Europa en los 70, y su aislamiento cultural, político, económico…etc. También recuerdo lo que representaban cada uno de los personajes masculinos; a cada cual más detestable, la verdad, pero que se asociaban con cada uno de los pilares en los que se sustentaba la nación española en aquella época: José, el obsesionado con los uniformes y las armas, representaría el asunto militar de la nación. Fernando –el místico- tendría claras alusiones a la tradición católica española, y Juan pues representaría ese Don Juan envejecido y resignado, cuyos tiempos de gloria ya quedan “pasados de rosca”.
Como el análisis de la película entró en el examen de la asignatura, pues la verdad es que algunos de los resquicios de esos conocimientos todavía permanecen en mi cabeza, y tras ver algunos momentos de la película, asocio (sin quererlo) las teorías que me estudie con las imágenes que estoy viendo en la película, así que a decir verdad, el desligarme de aquello que escuché en la clase de cine Español, me ha resultado complicado, y no he tenido más remedio que aceptarlo como tal. Así a bote pronto y sin mirar apuntes, recuerdo por ejemplo que la casa alejada del entorno urbano representa España con respecto a Europa en los 70, y su aislamiento cultural, político, económico…etc. También recuerdo lo que representaban cada uno de los personajes masculinos; a cada cual más detestable, la verdad, pero que se asociaban con cada uno de los pilares en los que se sustentaba la nación española en aquella época: José, el obsesionado con los uniformes y las armas, representaría el asunto militar de la nación. Fernando –el místico- tendría claras alusiones a la tradición católica española, y Juan pues representaría ese Don Juan envejecido y resignado, cuyos tiempos de gloria ya quedan “pasados de rosca”.
Ana, extranjera y joven, con ideas nuevas y aperturistas,
pues representaría ese país extranjero, con el que la nación española no
comulgaba, y que lejos de tratarlo como una oportunidad de aprendizaje y de
enriquecimiento, pues es sometido, violado y aniquilado por esos dementes hermanos, que bueno representarían el afán de España por preservar
intacto su espíritu hacia sí misma como nación, y hacia el exterior, de cara a
los otro países de Europa.
Es especialmente, llamativa esa escena esperpéntica y surrealista
en la que Ana, ya hacia el final de la película vuelve a casa tras una mala
velada con el personaje de Fernando en la cueva, y que de vuelta a la mansión
se encuentra a José asomado al balcón
como si de un “caudillo” se tratase, mientras Juan con colchón incluido trata
de tener relaciones sexuales con ella ante la mirada de un Fernando que no para de decir sandeces. Por si
fuera poco, aparece la mujer de Juan en el tejado de la mansión a punto de
suicidarse. Es significativo, y como ya vimos en clase, como Saura ejemplifica
en este instante el papel de la mujer española, que sin encontrar su sitio como
persona y encajar en la sociedad que pertenece, se siente inútil, y puede
incluso verse abocada a tomar la peor de las decisiones posibles, como es el
quitarse la vida.
Más allá de la simbología y todo el mensaje implícito en la
película, creo que el film como historia independiente funciona igual de bien,
aún no conociendo o ignorando la historia de España. Ese ambiente nauseabundo,
enfermizo y obsesivo, está bastante conseguido por Saura y su equipo, y consigue que la
mayoría de los espectadores sienta tanta repulsa por cada uno de los personajes;
excepto por la pobre Ana, y que lleva a que la película en su segundo
visionado a convertirse en una experiencia igual de desagradable de ver, como ya lo fue la primera. La crudeza permanece intacta. La
música, esa marcha militar que se activa para describir una situación
esperpéntica o para llamar la atención de una escena, tiene una gran fuerza
expresiva y queda bastante bien en el contexto de la película.
Al final me queda la
impresión que la película se muestra ante nosotros como una fábula o
cuento siniestro. Y además queda de manifiesto que las historias pequeñas con
pocos personajes es un género o un tipo de cine en el que el cineasta aragonés se mueve
como pez en el agua. Recordar por ejemplo las posteriores “La prima Angélica”
(de la que tanto se habla y aún no he visto) y la magnífica “Cría Cuervos”, que
si he visto, y que recuerdo con nostalgia a través de esa mirada triste de una
pequeña Ana Torrent y del tema de Jeanette: "Porque te vas".
Lo curioso de todo esto es pensar y detenerse en como ha evolucionado la
carrera de Saura hasta llegar a nuestros días, y darse cuenta que esa
rebeldía y espíritu reivindicativo tan interesante en el director durante los años 60 y 70 se ha
perdido como tal hoy día (también hay que tener en cuenta que los tiempos no
son los mismos, ni España es la que era). El
talento del maestro queda pues hoy día reducido a películas que tratan de
experimentar e ilustrar el aspecto vital de algún personaje histórico (admirado por el director), como es Goya en - Goya en Burdeos-, o Mozart en -Io, Don Giovanni-, o decide
centrarse con gran esmero en el género del documental musical dedicado al
Flamenco o al Fados, y que a decir verdad también es muy recomendable, siempre
y cuando sientas alguna atracción por estos tipos de música. En cuanto al género de
ficción propiamente dicho, en la que se nos muestra una narrativa convencional
y una historia con unos personajes; y hablando un poco desde la ignorancia, (ya
que no he visto toda la filmografía del aragonés), creo que en estos films el
director ha perdido algo de fuelle, y ya desde aquel desastre que vi una vez
llamado –Deprisa, Deprisa-, no ha vuelto a sobreponerse con todo el esplendor
de sus primeras películas. Quizás pueda rescatarse más como curiosidad que como apertura de una línea temática o estilística clara, esa película de 2004
llamada “El 7º día”.
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